miércoles, 18 de mayo de 2016

"Me duele", Lu Bates

Me duele. ¿Por qué me haces pasar por esto? Mírame a los ojos, si los miraras verías que hay brillo, vida, una vida que quiere continuar. Mis ojos hablan por mí, porque mi voz ya no puede. Te están preguntando qué he hecho yo para merecer un sufrimiento y una agonía tan grandes. Y a nadie de los que nos rodea parece importarles. No hacen por apartarte de aquí. No quieres parar de dañarme, vestido de manera ridícula, aunque hace ya un buen rato que dejé de fijarme en eso, mi vista empezó a nublarse. Me mareo, he perdido mucha vida, mi cuerpo poco a poco se está manchando de rojo. Pero no te importa. Habrá alguna razón para todo esto, qui-siera saber cuál es, aunque desde luego no es justificable. Intento apartarme, pero me llamas. No hay ninguna salida, ningún sitio por el que pueda salir del círculo de la muerte. Me trajeron a sabiendas del que será mi final. Si pararas ahora y me regresaran de vuelta a donde estuve toda mi vida, con los míos, donde otros hombres se acercaban y yo me portaba bien con ellos, si lo hicieras no te guardaría rencor, habrás rectificado a tiempo. Mírame, ya estoy delirando. Eso no va a pasar nunca. Nunca, una palabra que se usa cuando estás hablando de un largo tiempo. Nunca. Y a mí solo me quedan unos pocos minutos de vida, lo sé. Me doy cuenta de que los cuidados de antes eran una sala de espera hasta el momento en el que estamos. Me engañaron. Toda mi vida lo fue. Y ahora vivo la realidad. Vivir... casi he de empezar a usar esa palabra en pasado. La vida se me agotó en cuando entré por esa puerta y te pusiste frente a mí. Me sigue doliendo. Antes creía que no podía sentir un dolor mayor. Me equivoqué. Hay cinco como yo esperando a pasar toda esta agonía. Lloro por sus vidas. Lloro por sus muertes. Me encuentro muy débil. Me falta todo lo necesario para continuar luchando. Me clavaron algo muy frío que me atravesó todo el cuerpo. Pegué un gran bote al sentirlo, casi te rozo y te daño también. Pero no. No me hubiera importado, la verdad, arrastrarte también hacia el mismo camino que yo, hacia la muerte sangrienta y fría. Necesito toda la intimidad posible al menos ahora. Imposible; me aparto lo que puedo. Caigo al suelo muy lentamente... Mientras caigo se va desgarran-do más mi interior. En un solo segundo logro ver algo que hace que sienta, si cabe, más soledad. La gente que está alrededor se pone en pie, saca pañuelos blancos, los mueve con alegría y los que no, aplauden. ¿Se puede ser más cruel? Te lo pregunto a ti, pero no espero que me respondas. Y muero.
 
Lu Bates (26 Junio 2004)

No hay comentarios:

Publicar un comentario