martes, 30 de mayo de 2017

Generaciones, 2001 es un coñazo y mi alma por los suelos

Hoy estuve en el colmado de mi tío Eduardo. Mi tío Eduardo tiene dos hijos, Román, de veintiún años y Edu, de diecisiete. Hablábamos de una cosa y de otra, y no preguntéis cómo o en qué punto de la conversación se llegó hasta la gravedad en naves espaciales, pero así fue: estuvimos divagando sobre este asunto. Yo mencioné la estación internacional de 2001, de Stanley Kubrick, como ejemplo válido y entonces, Edu, mi primito adolescente, se echó a reír. Dijo que sus amigos le habían advertido sobre esta película, que era, y cito textualmente, "la mayor mierda que te puedes echar a la cara", que "no hay quien aguante verla hasta el final", y que "lo único bueno que tiene son los monos del principio".

Yo me quedé boqueando. Tomé conciencia de que me había hecho viejo, de que un millennial había masticado, tragado y defecado una de mis películas fetiche de cuando yo tenía su edad, y que ante eso sólo podía, de una manera paciente y a sabiendas de lo estéril, argumentar razones de peso para animar a ese chaval, mi primo, a ver 2001 sin prejuicios y con toda la limpieza que pudiera, como hago yo cuando me enfrento a películas cuyo año de estreno se aleja en varias décadas a mi fecha de nacimiento.



He visto 2001 más de treinta veces. He visto 2001 dibujando láminas a tinta para la evaluación trimestral; he visto 2001 mientras preparaba resúmenes de temas de Historia; he visto 2001 tumbado en el sofá, sentado entre cojines o desde la cocina mientras freía algo de picotear; he visto 2001 solo y en pareja, con mis tíos y con mi abuela; he visto 2001 en televisión, en vídeo comunitario, en VHS y en DVD. Me la sé de memoria. Conocía a firmes detractores ya en los años ochenta y noventa, gente que ya despotricaba sobre ella con un vocabulario más extenso que el de Edu, pero cuyos puntos de contacto principales eran los mismos: el tedio, la pretenciosidad y la obsolescencia cinematográfica como sufrimientos padecidos ante esta obra maestra. Pero confiaba en que las décadas sucesivas la tratarían con mejor fortuna. Ya sé que Edu y sus amigos no son una prueba determinante de un sentir generalizado, que probablemente 2001 siga enamorando a jóvenes cinéfilos, pero a mí se me cae una lagrimita.

Un amigo de mi primo fue el que retó a éste a que viera 2001 hasta el final. Le ofreció cinco euros si aguantaba. Cinco euros, Stanley, eso cuestas en 2017 entre la chavalería de mi entorno. 

sábado, 27 de mayo de 2017

Luna

En mi pequeño universo soy como ese diminuto satélite llamado Luna que orbita alrededor de un planeta llamado Tierra que a su vez gira constantemente alrededor de una gigantesca estrella que es el Sol.

sábado, 6 de mayo de 2017

Revival

Con King no puedo ser objetivo. Es mi pastor Jacobs particular, mi escritor del cambio. La primera novela suya que leí fue It, cuando yo tenía catorce años. Desde entonces, he leído decenas de novelas suyas a lo largo de mi vida, relatos cortos y hasta algún que otro ensayo. Considero que es mejor cuentista que novelista, y siempre espero como agua de mayo sus antologías de cuentos, calmado a menudo por novelas cortas contenidas en volúmenes como Todo oscuro, sin estrellas.

Revival no es lo mejor de King. Tampoco su final es el más terrorífico que haya escrito, como lo publicitan. Pero sí es una buena novela del maestro, con los suficientes puntos de interés como para merecer su compra y su lectura. Contiene al King urdidor de tramas y personajes detallistas y absorbentes, conecta con su obra anterior y borra con su buen hacer errores pasados como Cell, aquel traspiés con zombis telefónicos.

Revival fue un regalo de cumpleaños de Erlea. Gracias otra vez, cari.