viernes, 18 de noviembre de 2016

Los años 80 en 80 películas: El Imperio contraataca

El Imperio contraataca

Título original: The Empire Strikes Back
Año: 1980
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Irvin Kershner
Guión: Leigh Brackett, Lawrence Kasdan
Música: John Williams
Fotografía: Peter Suschitzky
Intérpretes: Mark Hamill, Harrison Ford,
Carrie Fisher, Frank Oz, Billy Dee Williams

El Imperio contraataca es para mí, en primer término, un potente recuerdo de infancia. Yo tendría unos siete u ocho años y coleccionaba un álbum de pegatinas con un paisaje general a dos páginas de Dagobah, con Luke Skywalker haciendo el pino ayudado de la Fuerza y con Yoda merodeando por los alrededores. Recuerdo que mi madre y yo no pudimos ir al cine a ver El Imperio contraataca por estrecheces económicas y que tardaría años en acceder a la película, creo que hasta 1988, alquilada en vídeo en Radio Disco Andalucía, local hoy extinto, que disponía de música en la planta baja y de videoclub en la planta superior. Por eso para mí este episodio V ha sido el menos querido y mitificado de la trilogía original, pese a que como película sea más sólida y convincente que las otras dos. Durante años, me imaginé El Imperio contraataca, imaginé los hechos que allí ocurrían, ayudado por amigos que sí la habían visto. Supe por Tony, un chaval que venía de vacaciones en verano al pueblo, que Darth Vader era el padre de Luke —y no me lo podía creer—, y por otros niños que los AT-AT que tanto me impresionaban eran como tanques gigantescos en cuyo interior operaban pilotos y artilleros imperiales o que Yoda, ese ser orejón, grimoso, bajito y verde, era un maestro de jedis. Y así hasta que pude ver la película en vídeo, siendo ya un adolescente y conociéndome de memoria tanto La guerra de las galaxias como El retorno del jedi.
De modo que para mí El Imperio contraataca guarda sentimientos encontrados. Su visionado fue la historia de una larga frustración. Su final abierto y agridulce, tan necesario, tan coherente, nunca logró contentarme del todo y puede que sea la entrega de la primera trilogía que menos veces he repasado. Sin embargo, esta película contiene mi escena favorita de toda la historia del cine, que ya es decir, que ya es sincretizar.

Se trata de los prolegómenos a la batalla en el remoto mundo helado de Hoth. Un rebelde ajusta sus binoculares y otea el horizonte. Enfoca con las lentes y en la imagen difusa se perfilan la cabeza y las patas de lo que parece ser un gigantesco perro mecánico. Son los AT-AT, All Terrain Armored Transport, son la invención más cojonuda que jamás he visto en una película, y cuando necesito recordar cómo era yo de niño, qué cosas me impresionaban hasta dejarme con la boca abierta, pienso en ellos, en los AT-AT avanzando amenazadores por la nieve, pienso en esa escena vista en algún programa televisivo de la época. Todavía hoy me sacuden escalofríos.

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