jueves, 14 de enero de 2016

Adiós a Alan Rickman

Su carrera teatral me importaba un pimiento. Tampoco podría haberla disfrutado. Ni mi inglés habría dado para tanto ni he viajado jamás al circuito por donde se movían sus obras. Su voz grave, mencionada en el homenaje de El País, no fue para mí motivo de gozo, porque a mi pueblo, cuando había cines, llegaba todo doblado, así que...

Pero este tío fue Hans Gruber en Jungla de cristal y el sheriff de Nottingham en Robin Hood, príncipe de los ladrones, dos ocasiones en las que fui tremendamente feliz en el cine, porque ¿qué es un héroe sin su némesis? Un héroe sin un enemigo a la altura resulta siempre menos memorable y los malvados de estas dos películas son para mí una cumbre que todavía no ha sido ascendida por nadie mejor.

Aparte de estas dos veces, Alan Rickman demostró que a veces no tenía un fino olfato para detectar truños, como cuando participó en Dogma interpretando a un arcángel asexuado y también que otras sabía escoger con propiedad para dar rienda suelta a su vena más humorística, como cuando hizo de actor encasillado en la entrañable e inteligente Héroes fuera de órbita

Cerremos este breve homenaje con el clip de su épica muerte en Jungla de cristal (al menos hasta que la Fox se lo ventile por derechos de autor). Como es natural, el cine nos supera a todos. En este plano de realidad palmó de un vulgar cáncer. Al otro lado de la tela blanca, cayó al vacío desde treinta y cuatro plantas cargado de mala leche y furia homicida. No hay color.


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